Sinaloa atraviesa una situación crítica en materia de seguridad debido a la falta de elementos policiales suficientes para atender la creciente ola de violencia. Actualmente, aunque el estado cuenta con 800 policías registrados, solo cerca de 500 están activos y distribuidos en todo el territorio, lo que limita la capacidad para responder a los constantes ataques y actos delictivos.
El gobernador Rubén Rocha Moya ha puesto sobre la mesa la necesidad urgente de contratar alrededor de mil nuevos policías para fortalecer las corporaciones y mejorar la vigilancia. Para ello, buscará apoyo federal en una reunión con el Secretario de Seguridad, Omar García Harfuch, con quien tratará los recursos y estrategias a implementar.
Entre las medidas anunciadas se encuentran la entrega de cien camionetas por parte de la federación y la compra de 70 vehículos adicionales por parte del estado, así como la instalación de más de seiscientas cámaras de vigilancia para reforzar el control en zonas conflictivas.
Pese a estos anuncios, los ataques contra elementos policiales, como el reciente atentado contra un oficial en la colonia Las Quintas, evidencian la persistencia de problemas estructurales y la complejidad para garantizar la seguridad. Las causas de estos ataques no están claras, y el gobernador descarta hasta ahora que exista corrupción comprobada dentro de las fuerzas, aunque reconoce que las investigaciones siguen abiertas.
Este panorama plantea un desafío importante para las autoridades, que deben equilibrar la ampliación y profesionalización de las fuerzas de seguridad con la necesidad de recuperar la confianza ciudadana y combatir eficazmente a grupos delictivos que operan en la entidad.
La situación en Sinaloa refleja un fenómeno que afecta a varias regiones del país, donde la carencia de policías bien capacitados y equipados agrava la crisis de seguridad y complica la tarea de proteger a la población.
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