Tras 10 años de lo que consideran un feliz matrimonio, una pareja de Colorado, en Estados Unidos, descubrió que no solo las leyes y el amor los unen: también lazos sanguíneos, pues recién se acaban de enterar que son primos.
Joseph y Celia Quiñones, padres de tres niños, aceptaron que sus familias físicamente “son parecidas”, pero esa similitud en los rasgos físicos no los llevó a pensar que estuvieran emparentadas de alguna forma.
Una década tuvo que pasar para que, tras practicarse unos estudios médicos que incluían pruebas genéticas, los resultados les revelaran que son de la misma sangre.
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